La ética de la montaña
¿Cómo debemos comportarnos cada vez que vamos a la montaña?
El acceso a las montañas es un derecho humano fundamental, siempre y cuando se haga de una manera responsable.
La actitud que tomemos cuando visitamos estos frágiles ecosistemas, es un factor clave para la protección de la gran biodiversidad que albergan. Lo importante no es el éxito de conquistar una cumbre, sino el compromiso, la responsabilidad, el compañerismo, la generosidad, el respeto hacia todo lo que te rodea durante el camino.
El turismo de montaña puede ofrecer posibilidades a las comunidades que habitan estas regiones montañosas, al contribuir a una distribución más equitativa de la renta, la preservación de la cultura y el conocimiento, reducir la emigración, ofrecer incentivos para la protección de estos ecosistemas y de sus productos...; pero también puede contribuir a generar conflictos como degradación del ambiente, desigualdad y pérdida de biodiversidad y servicios, si no se adoptan buenas prácticas.
Las montañas siempre han desatado la curiosidad del ojo humano desde tiempos inmemoriales.
Son lugares sagrados, de culto religioso, y práctica de rituales donde la tradición, la cultura y la espiritualidad están intrínsecamente vinculados con los medios de vida de las gentes que viven ahí.
Además, las montañas son áreas de un enorme valor ambiental, socioeconómico y cultural, ya que albergan recursos y funciones de vital importancia que benefician directa e indirectamente a toda la sociedad: actúan como reguladores del clima y los recursos hídricos; contienen importantes reservas de agua dulce y nos proveen de combustibles y aire limpio; son santuarios de una gran diversidad de ecosistemas, con especies de flora y fauna únicas y exclusivas (alto grado de endemismos) y una extraordinaria riqueza de paisajes, pueblos y culturas; suponen un refugio para muchas variedades de algunos de los cultivos alimenticios más importantes del mundo como la papa; son escenarios para el estudio de disciplinas como la geología y la biología y un marco incomparable para desarrollar y potenciar actuaciones de educación ambiental.
En la actualidad, las montañas albergan valores que son identificados y buscados por una gran parte de la sociedad que vive aglomerada en grandes ciudades de todo el mundo, como espacios para la experiencia vital y emocional, el aprendizaje y el descubrimiento y el desarrollo del individuo, entre otros.
Sin embargo, en muchas ocasiones la falta de ética en la práctica de deportes de aventura desarrollados en áreas de montaña, como la escalada, el esquí, el andinismo, las carreras de montaña, el senderismo, etc. hace que cada vez más rápido se deterioren.
Es por ello, que tuvo lugar la Declaración de ética de la montaña aprobada en la Asamblea General de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinistas (UIAA) que se desarrolló en Portugal en 2009, la cual se presenta como un código que sirva como referente de los valores del montañismo, resaltando la ética de la deportividad, el respeto a las culturas y la protección del medio ambiente.
Hoy en día, es evidente el acelerado proceso de deshielo de las masas glaciares de nuestras montañas Andinas, por lo que necesitamos más que nunca juntar esfuerzos para mitigar los efectos del calentamiento global y la escasez de agua dulce del planeta.
Finalmente rescatamos la idea de que la ética en las montañas lo es todo, y desde Trekking Picol defendemos esta premisa, porque creemos que es nuestra responsabilidad la práctica respetuosa de cualquier actividad turística desarrollada en este medio y con el mayor respeto a las culturas y los pueblos que las habitan.
“No es más quién más alto llega, sino aquel que, influido por la belleza que le envuelve, más intensamente siente” (Herzog).
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